lunes, 29 de julio de 2013

COMO PREPARAR A LOS NIÑOS A LA CONFESION?


RESPONDE EL IEROMONJE JOB:

En la tradición de nuestra Iglesia, la confesión de los niños comienza a la edad de los siete años. Esto coincide con la transición de la infancia a la niñez. Aquí los niños alcanzan la primera etapa de la madurez espiritual. Existe una creciente voluntad moral. A diferencia de un bebé, El ya tiene las fuerzas internas para resistirse a las tentaciones. --La Primera Confesión es un acontecimiento muy especial en la vida de los niños. Ella puede determinar no sólo su disposición futura hacia la confesión, sino su ulterior vida espiritual. Los Papás deberían prepararse con este acontecimiento en la vida de los niños, con mucho tiempo de anticipación, viviendo la experiencia de la Iglesia. Si ellos pudieran educar al bebé en la piedad entonces podrían preparar al niño con la primera confesión de tal manera que este día se considerara como un día de fiesta.
El pensamiento de un niño es por excelencia gráfico y no conceptual. Su representación de Dios se forma poco a poco como producto de su relación con los padres. Él diariamente escuchará la oración del "Padre Nuestro" (y a la hora de levantarse, antes de ingerir cada alimento, antes de dormir, etc. ) El mismo Señor Jesús, utiliza esta comparación en la parábola del hijo pródigo. Como un padre que abraza al hijo que ha regresado a él, así Dios recibe con gran alegría al hombre arrepentido. Si las relaciones familiares están construidas sobre la base del amor entonces será fácil explicar al niño o a la niña por qué es necesario amar a su padre celestial. Esto los niños lo harán entonces de forma tan natural como el amar a sus padres. A los niños hay que hablarles tan a menudo como sea posible sobre el amor de la divinidad. La idea del amor de Dios ocasiona el sentimiento de culpa, de arrepentimiento y el deseo de no repetir el mal comportamiento. A la edad de 7 años los niños ya saben sobre la existencia del paraíso, que habrá un juicio final algún día. Pero es absolutamente inaceptable asustar a los niños diciendo que Dios es castigador. Esto puede distorcionar completamente la representación que tenga de Dios. En su alma habrá un doloroso sentimiento de miedo. Más tarde, éste hombre podrá perder la fé.
La fe de los niños no es sólo simple y sincera sino además extraordinariamente luminosa y felíz. Sobre todo el niño tiene un alma fervorosa en su interior.
En la preparación para la confesión, es necesario hacer sentir al niño que él ya está suficientemente grande para valorar sus acciones. Es necesario no inhibir su libertad. El sinceramente puede arrepentirse de aquello que conscientiza como incorrecto. Después de la confesión, el niño debe sentir un alivio similar al que experimenta cuando sus padres le perdonan sus travesuras.
Existen niños de 7 años que son tímidos. Frente a esto, los padres deben comenzar a platicar con ellos sobre la confesión durante mucho tiempo antes de que suceda. Entonces el niño poco a poco se acostumbrará y esperará con cierta emoción esa fecha. Cada vez que se hable con ellos de esto debe ser cuidadosamente, subrayando que ellos ya son grandes y muchas de las cosas que hace las realiza de manera independiente. 
La primera participación de los niños del sacramente del arrepentimiento, no se asemeja a la confesión general de los adultos, los cuales van cargando con años de muchos pecados. A los siete años, los niños están dando los primeros pasos en la escuela del arrepentimiento, de la cual tomarán clases el resto de sus vidas. Por ello lo importante no es cuánto se confiese el niño, sino su disposición a ello. Los padres deben ayudar a los niños a comprender lo peligroso que puede ser para sus vidas espirituales el pecado, el cual puede enraizar en sus vidas. "No dejen a los niños sin la atención adecuada para erradicar de sus corazones el pecado, la inmundicia, las tentaciones y los pensamientos blasfemos, los hábitos pecaminosos, las pasiones. El enemigo y la carne pecadora no se limitan y en los niños siembran la semilla de todos los pecados. Presenten a los niños todos los riesgos de pecado que se presentan en el camino de la vida, no se les oculte nada para que por su ignorancia sean sorprendidos." (San Juan de Krondstant). Esa cisaña es: El engaño, la mentira, la presunción, la jactancia, el egoísmo, la falta de respeto a los adultos, envidia, codicia y pereza. Para la erradicación de esos hábitos de pecado, los Papás deben ser muy sabios, tener paciencia y perseverancia. No deben exhibir al niño ni señalar directamente su pecado, sino el daño que ello causa. Sólo el arrepentimiento que se realiza conscientemente es el que fructifica. (El camino de la consciencia es el que nos enseña que se debe hacer. San Juan Crisóstomo). Los padres deben buscar las causas de la aparición del pecado en las almas de sus hijos. A menudo son los propios padres quienes infectan a los hijos. Mientras ellos mismos no se superen no obtendrán resultados.
Para la preparación a la confesión es necesario que los padres le ayuden al niño no sólo a ver el pecado sino las buenas acciones sin las cuales no es posible tener una vida espiritual fortalecida. Tales buenas acciones son: La atención propia a sus condiciones interiores; la obediencia y la oración. Los niños están dispuestos a recibir a Dios como su Padre Celestial, por ello hay que explicarles que la oración es la manera viva de comunicarse con El. Así como la comunicación con el padre y la madre le es indispensable al niño, así también la oración es necesaria para acercarse a Dios.
Después de la confesión los padres no deben cometer el error de preguntar a los niños sobre la misma, sino mostrarse cariñosos para que quede una huella de felicidad en el alma del niño, que perdurará para siempre.
 
 Иеромонах Иов (Гумеров). Фото: А.Поспелов / Православие.Ru
  

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